José Martí: sobre la teoría poética martiana
Por: Anabella B.
21 de Junho de 2020

José Martí: sobre la teoría poética martiana

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El objeto de estas líneas se centrará en la explicación de algunas consideraciones generales acerca de la teoría poética martiana mediante una lectura de los prólogos de Versos sencillosVersos libres y La Edad de Oro, teniendo en cuenta la vital importancia de su contexto de producción y recepción.

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La producción poética martiana es situada por el consenso de la crítica en el arranque de la ola modernista en Hispanoamérica de la cual se lo considera padre. El modernismo es definido por Rama como

(…) el conjunto de formas literarias que traducen las diferentes maneras de la incorporación de América Latina a la modernidad, concepción sociocultural generada por la civilización industrial de la burguesía del XIX, a la que fue asociada rápida y violentamente nuestra América en el último tercio del siglo pasado, por la expansión económica y política de los imperios europeos a la que se suman los Estados Unidos. (1971: 129)

Acerca de esta época de transición, de incorporación de América Latina a la modernidad, Susana Rotkher señala un “malestar” en la sociedad debido a la inseguridad de la nueva infraestructura económica, enfrentamientos entre discursos conservadores y populistas, entre “lo viejo y lo nuevo”; malestar del cual abundan testimonios en la poesía modernista. A esta situación contribuye también que uno de los procesos de modernización fue la racionalización: el dominio sobre la materia, la sistematización de los modos de vida, la secularización.

La modernidad a través de la cual se definieron y denominaron los escritores es un enfrentamiento entre la racionalización y el subjetivismo; entre la técnica y la emoción, entre el mito y la invasora cotidianeidad, entre el desencanto y la fe en el porvenir; es un deseo de conciliar las contradicciones y los fragmentos de la realidad; un deseo de novedad y ruptura incesante y cosmopolita (Rotkher 1992:36)

Martí fue consciente de estar viviendo un cambio de época y está situación de transición debe tenerse en cuenta al momento de abarcar la producción martiana. Al situarse en la génesis del modernismo, él es, por lo tanto, hijo de un proceso histórico-literario anterior: el romanticismo. En este contexto de producción y recepción coexistirán en el sistema literario el romanticismo como discurso hegemónico, las formas arcaicas del neoclasicismo, y el modernismo como discurso contra hegemónico.

El crítico Ángel Rama postula que es posible releer los textos martianos “no como el anuncio de una nueva literatura sino de una nueva sociedad, cuya fatal expresión será la nueva literatura” (1971:132): Martí entenderá la literatura y la sociedad como una misma cosa, y que sólo captando la sociedad presente puede crearse una obra artística válida.

En este afán por entender la sociedad presente debemos señalar el instrumento del conocimiento, el estudio de lo real que es imperativo en Martí. Rama señala que él “le reclamó estudio a la generación actual”, ya que entendía al saber como instrumento de poder: “para que los intelectuales se pongan en posesión de sí mismos” (1971:147), es decir, para que los intelectuales se desprendan de ideas recibidas y actúen con independencia a partir del conocimiento. En el prólogo de La Edad de Oro podemos leer marcas discursivas en las que se construye este imperativo hacia el conocimiento de la realidad que permite a los hombres pensar con independencia:

Les vamos a decir cómo está hecho el mundo: les vamos a contar todo lo que han hecho los hombres hasta ahora”, “y para decirles a los niños lo que deben saber para ser de veras hombres”, “Las niñas deben saber lo mismo que los niños”, “Así queremos que los niños de América sean: hombres que digan lo que piensan, y lo digan bien: hombres elocuentes y sinceros.”

Respecto del estudio de lo real, Rama señala que “la aventura cognoscitiva martiana está regida por el pasaje de lo múltiple a lo uno, de modo tal que el supremo esfuerzo intelectual consiste en una reducción de lo aparencial a través de la explicación unificante” (1971:133). En esta idea que se desprende del romanticismo, Martí busca una significación central y unitaria para la pluralidad de expresiones de la vida; esta significación vinculará al hombre y al mundo en una ley armónica, siendo el hombre “el universo unificado”. El poeta debe aspirar a ser ese hombre que mediante una interior adaptación de la sociedad a la que pertenece se transforma en “un espejo pulidísimo que refleja la realidad social en toda su complejidad” (Santiago 1995:138), es al poeta a quien la ley de armonía cósmica “revela lo inefable convirtiéndolo en un visionario” (ídem: 90). La poética de Martí estará cargada así de tópicos de la naturaleza, lo común, los seres sencillos que integran su pueblo.

En el prólogo de Versos Libres leemos un principio de rigor, esmero y precisión para conseguir esta “expresión” de la sociedad a través de la poesía:

Así como cada hombre trae su fisonomía, cada inspiración trae su lenguaje”, “Amo las sonoridades difíciles, el verso escultórico, vibrante como la porcelana, volador como un ave, ardiente y arrollador como una lengua de lava. El verso ha de ser como una espada reluciente, que deja a los espectadores la memoria de un guerrero que va camino al cielo, y al envainarla en el Sol, se rompe en alas.”

También en el prólogo de Versos Sencillos leemos un esmero por la forma y el moldeamiento, una premeditación del arte con la intención de poesía verdadera, sincera, que Santiago interpreta como “un yo poético que se sabe visionario porque ha logrado asumir la armonía del universo y se siente responsable de llevar el mensaje a todos a través de la poesía” (1995: 91). Con esta misión, Martí escoge formas poéticas populares como el romance octosílabo de este poemario, se esmera en “graduar y agrupar” sus versos: “y porque amo la sencillez, y creo en la necesidad de poner el sentimiento en formas llanas y sinceras.”

A lo largo de este breve texto procedimos a explicar cuestiones generales acerca del contexto de producción de Martí, el modernismo, movimiento del cual se lo ha considerado tal como afirma García Marruz “su iniciador y principal figura” y “su antítesis misma” (1968:25). En su anuncio de una nueva sociedad, Martí insistió en una descentralización de la inteligencia, en una emancipación del arte del mecenazgo y del servicio a la burguesía: “el genio va pasando de individual a colectivo” cita Garruz Marruz (ídem: 29).

Bibliografía:

GARCÍA MARRUZ, Fina (1968) “Los versos de Martí” En Revista de la Biblioteca Nacional “José Martí”, Nº 1, Vol. X, enero-abril. La Habana, Cuba.

Martí, José (1989) “Obra literaria” edición con Prólogo y cronología Cintio Vitier, selección y notas Cintio Vitier y Fina García Marruz. Caracas: Biblioteca Ayacucho.

RAMA, Ángel (1974) “La dialéctica de la modernidad en José Martí” (Memoria sobre el Seminario de José Martí) En Estudios martianos. Río Piedras, Universidad de Puerto Rico.

ROTKER, Susana (1992) “El trasfondo de la representación” En La invención de la crónica. Buenos Aires, ED Letra Buena (Capítulo II, Págs. 27-49).

SANTIAGO, Alinaluz (1995) “Armonía: respuesta transgresiva en los Versos sencillos de José Martí” En ExégesisRevista del Colegio Universitario del Humacao / UPR, Año 8, Nº 23-24, Puerto Rico (Págs. 89-93).

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