Asumiendo que el texto está constituido por una estructura coherente y cuyo interior está bien cohesionado, de lectura fluida y clara, la palabra clave, relevante y fundamental debiera estar siempre no en el inicio o en el cierre (aunque hayan señas de ella) sino en su desarrollo, esto es en su cuerpo matriz. Aquí habrán conceptos (verbos o sustantivos) que resulten gravitantes e imprescindibles sin los cuales el texto no es tejido, no se entiende y carece de un aparato sólido que lo sostenga. Una estrategia entonces es ubicar estos elementos léxicos que, como dicen lo expertos, no se hallan aislados sino en el cotexto, es decir dentro de una estructura gramatical: una oracional inserta en un párrafo o subtema que le da el sentido esencial al texto como conjunto. Allí estarán estas palabras, semiocultas o evidentes, solapadas o reiteradas, esperando al lector atento y suspicaz para que las descubra, descifre y relacione. Las use a su favor.
Ahora bien, cuando se trata de estudiar materias, una vez descubiertos esos elementos ejes, lo ideal es no caer en el inútil ejercicio de la memoria repetitiva sino relacionarlos, contextualizarlos; hacerlos propios. Así y sólo así el estudio y en consecuencia el proceso de enseñanza-aprendizaje, será imaginativo, creativo, autónomo. Aplicable e imborrable como conocimiento significativo en y para el estudiante.